Impacto en los trabajadores
Cristián Tortella, director académico del Diplomado en Gestión de Instituciones de Salud de Unegocios FEN Universidad de Chile, afirma que muchos trabajadores de la salud se han sometido durante casi 2 años a jornadas de trabajo agotadoras, con el efecto coronavirus burnout, como ocurre en varios países, que implica una carga emocional sumada al cansancio acumulado.
“Algunos han tenido que redoblar turnos o ir en apoyo de sus colegas, otros se han visto afectados por una importante disminución de actividad laboral. Varios han tenido que asumir roles para los que no estaban capacitados o han tenido que reentrenarse de manera acelerada para recuperar conocimientos perdidos hace años”, alerta el profesor.
Por otra parte, estudios recientes han reportado que, entre los factores de riesgo con mayor impacto psicológico se encuentran el tener poca experiencia laboral, comparar a enfermeras con médicos, insuficiente capacitación, percepción de falta de apoyo organizacional, compensaciones insuficientes, percibir estigmatización, bajo nivel socioeconómico, madres/padres de hijos dependientes y temor a contagiar familiares.
Estudios realizados en Chile son consistentes en indicar resultados sobre alteraciones del apetito y del sueño, falta de energía y cansancio, problemas para concentrarse, pérdida del interés y placer. “Estos resultados son preocupantes, porque casi duplican el puntaje obtenido de los pacientes que consultan por problemas de salud mental en el sistema. Este tipo de alteraciones también fueron las más frecuentes en estudios sobre trabajadores de salud en otros países durante el primer brote epidémico de covid-19. El problema es que son condiciones que no terminan con la baja de casos y ni siquiera con el control de la pandemia, si no que persisten y requieren de tratamientos prolongados”, afirma Cristián Tortella.
¿Qué deben hacer las organizaciones?
Según, Cristián Tortella, en contexto de pandemia, las organizaciones de salud están sometidas a ambientes VICA, es decir, mayor volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. “Se han escrito interesantes artículos sobre la aplicación de este concepto, donde señalan que en medio de esta pandemia los profesionales sanitarios y estudiantes de todo el mundo están experimentando un clima sanitario y educativo cada vez más ‘VICA’ y que necesitan desarrollar un conjunto de competencias para manejar los desafíos personales y emocionales del trabajo, incertidumbre y cambio”, afirma.
Dentro de las competencias, recomienda una mayor organización, administración del tiempo, desarrollo de habilidades clínicas proactivas y consistentes, comunicación efectiva, enfoques centrados en la persona, autorreflexión y autocuidado.
Al respecto, asegura que esto es fundamental para desarrollar la resiliencia personal, innovar y brindar la mejor atención clínica posible en un ecosistema de atención médica diferente, por lo que se necesitan desarrollar habilidades de liderazgo para ayudar a trazar un camino para enfrentar los desafíos que estamos experimentando en una forma cada vez más amplia.
Por último, concluye que en conjunto con estas ideas y las ya conocidas solicitudes de ampliación de recursos en todos los niveles de atención, partiendo por la atención primaria; se suman estrategias que se han fortalecido y deben incentivarse para quedar establecidas dentro de los modelos de atención.
“Uno que cobra especial relevancia es la telemedicina, que no sustituye la atención presencial, pero aporta a despejar la creciente demanda que deberá soportar el sistema de salud, protegiendo el distanciamiento físico, la oportunidad y seguimiento de los diagnósticos”, finaliza el experto.