Por Gonzalo Adriasola
Director Académico Curso de Comunicación Efectiva
Unegocios, Facultad de Economía y Negocios, Uchile.
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en nuestros días está generando un impacto profundo en las estructuras laborales y en la percepción del sentido de la vida humana. A medida que las máquinas asumen roles que antes eran dominio exclusivo de personas, se plantea una interrogante fundamental: ¿qué significado tiene nuestra existencia en un mundo donde las labores que nos definían están siendo automatizadas?.
La automatización y la IA están desplazando trabajos a una velocidad vertiginosa. Tareas repetitivas, tanto manuales como intelectuales, están siendo delegadas a algoritmos y robots que pueden realizarlas de manera más eficiente y a menor costo. Este fenómeno no solo afecta la economía, sino que también sacude los cimientos de nuestra identidad y propósito. Los trabajos no son solo medios de subsistencia; para muchos, son fuentes de orgullo, sentido y comunidad. Cuando estos desaparecen, también se desvanece una parte crucial de nuestra identidad.
Desde una perspectiva sociológica, esta transformación plantea un desafío existencial. La modernidad, con su promesa de progreso a través del trabajo, está siendo reemplazada por una nueva era donde el trabajo humano -como lo entendemos- parece menos necesario. Esto nos obliga a replantear nuestras fuentes de significado. Si ya no definimos nuestra existencia a través de estas formas de trabajo, ¿entonces a través de qué lo haremos?.
Es crucial reconocer que el sentido de la vida humana no puede ser completamente sustituido por confort material y eficiencia tecnológica. Las relaciones humanas, la creatividad, el altruismo y la búsqueda de un propósito trascendente son elementos esenciales que la IA no puede replicar. Aquí reside la oportunidad y el desafío de nuestra era: utilizar la libertad que nos brinda la automatización para explorar y cultivar estos aspectos más profundos de nuestra humanidad.
La IA puede liberar tiempo y recursos que antes se dedicaban a tareas monótonas y permitirnos enfocar en actividades que realmente importan. Sin embargo, esta transición no es automática ni sencilla. Requiere una reflexión profunda y un esfuerzo colectivo para redefinir lo que valoramos como sociedad. Debemos fomentar un entorno donde se valore el aprendizaje continuo, la creatividad y el bienestar integral de las personas.
Para muchos la irrupción de la IA representa un llamado de atención a nivel psicológico. Nos fuerza a enfrentarnos a preguntas que quizás hemos evitado: ¿Qué me da sentido? ¿Cómo puedo contribuir a un mundo en constante cambio? ¿Qué tipo de vida quiero llevar más allá de las estructuras tradicionales del trabajo?. Estas no son preguntas fáciles, pero resultan esenciales para navegar la encrucijada en la que nos encontramos.
Desde una perspectiva existencial, la era de la IA puede ser vista como una oportunidad para reimaginar nuestra sociedad y nuestros valores. La tecnología nos ofrece herramientas poderosas, pero la dirección que tomemos dependerá de nuestras elecciones. Podríamos optar por una vida centrada en el consumo y la comodidad, o podríamos utilizar este momento para construir una sociedad más justa, creativa y empática.
En este contexto, el rol del individuo es clave . No podemos simplemente esperar que las respuestas vengan de las corporaciones tecnológicas o de los gobiernos. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de reflexionar sobre nuestro propio sentido de vida y de buscar maneras de contribuir positivamente en este nuevo paradigma. La IA puede ser una aliada en esta búsqueda, pero la esencia de nuestra humanidad, la capacidad de amar, de crear y de buscar significado, sigue siendo insustituible.
Estamos en un momento histórico donde se nos invita a redefinir nuestra existencia. La inteligencia artificial, lejos de ser una amenaza, puede ser el catalizador para una profunda transformación personal y social. Depende de nosotros aprovechar esta oportunidad para construir una vida en sociedad más plena y significativa.