Por décadas el modelo económico implementado en Chile ha permitido que, con trabajo y perseverancia, muchas generaciones vean mejorar su bienestar, pudiendo entregar más oportunidades a sus hijos. Lo anterior también ha sido dinamizado por mayor acceso al crédito en montos y plazos, lo que ha provocado un sobreendeudamiento en muchos hogares. Sin embargo, dichas propuesta no ha beneficiado a todos quienes lo requieren y la distribución del ingreso no mejora significativamente. La crisis sanitaria ha evidenciado una vulnerabilidad transversal en los hogares en Chile, especialmente en los más pobres y de ingresos medios, incluso al terminar esta crisis, tendremos un Chile más empobrecido y más desigual.
Las pensiones en Chile son bajas y existe un amplio consenso en la necesidad de introducir perfeccionamientos. Es por ello, que el proyecto aprobado por la cámara de diputados de permitir retirar un 10% de los fondos previsionales no solo va en el sentido contrario, sino que es una muestra clara de querer tomar atajos en las soluciones de la crisis sanitaria de algunos y a las bases del sistema actual de pensiones en otros, con importantes consecuencias de largo plazo.
No es paradójico que un 80% de las personas apoyen el retiro de los fondos y a su vez reconozcan lo negativo de la medida. Existe una gran necesidad en las personas que quieren hacer tangibles recursos ahorrados en sus cuentas de pensiones, las que han juntado durante años, pero la clase media chilena tiene muchas realidades e incluso definirla ya es un desafío.
Algunos ya estaban endeudados antes de la crisis social, pero la crisis sanitaria vino a profundizar aún más los daños. Otro sector de clase media no busca subsidios, pero claramente los aceptaría. Este sector necesita urgentes créditos blandos, de una gran cuantía, pero no cuentan con acceso a un mercado profundo.
La capitalización de los recursos previsionales ha permitido multiplicar con creces los recursos acumulados. Con la rentabilidad real de un 5,15% del fondo C, ahorrar $1000 hoy se traducen en $2790 a 20 años y en $4790 a 30 años. Es por ello que estos recursos debiesen ser la última instancia a tocar como financiamiento de corto plazo. Retiros a avanzada edad agravan más el problema de las bajas pensiones y aumentan el gasto fiscal esperado en pensiones solidarias.
Se podrían retirar recursos por casi US$20.000 millones de los fondos de pensiones. La lógica indica que, en dicho caso las AFP debieran liquidar principalmente instrumentos de renta fija y variables extranjeras para causar un menor daño al mercado de capitales local, sin embargo, esto afectará al valor del dólar, el cual tenderá a bajar y con ello menos recursos transformados en pesos.
Por otra parte, la cartera de los fondos de menos riesgo (D y E) se invierten principalmente en el mercado de renta fija nacional, por lo que la liquidación de instrumentos debiera comenzar por bonos bancarios, PDBC e instrumentos de tesorería.
Ahora, dada la cuantía de recursos, se requiere un esfuerzo coordinado de profundizar la compra de bonos bancarios por parte del Banco Central, un esperado relajo de límites de inversión por un tiempo en los fondos de pensiones por parte de la Superintendencia de Pensiones y control del riesgo sistémico hacia la industria de Fondos Mutuos por la CMF. El impacto esperado de vender de manera súbita en el mercado local, se traduce en alzas de las tasas de interés, presiones inflacionarias y caídas en valores bursátiles.
Es por esto, que momentos complejos requieren buenas políticas públicas y de amplia mirada de largo plazo. Se requiere avanzar en entregar bases sostenibles del pago de pensiones dignas, aumentar la educación financiera, incentivar el ahorro y una mayor legitimidad social del sistema de pensiones, aunque sea a costa de hacer sacrificios en eficiencia. De esta crisis inédita debemos sacar lecciones de la importancia de planificar el gasto, generar ahorros precautorios y ser más solidarios.