En Chile, la pandemia también logró visibilizar las brechas de desigualdad y pobreza multidimensional, las que se han buscado reducir a través de donaciones o estrategias de responsabilidad social de las empresas, pero a pesar de esto, no han podido revertir esta situación ni beneficiar a las más de 4 millones de personas que obtienen sus permisos en línea para salir a buscar su sustento diario o que pertenecen a aquellas empresas que han cambiado su giro para ser concebidas como “esenciales”.
De esta forma, los asuntos ambientales y del calentamiento global siguen su curso. Ciudadanos más conscientes y empresas, o nuevos emprendimientos, buscan soluciones a esta problemática y paralelamente, el gobierno intentando despegar la economía, propone reducir impedimentos, que genera la evaluación de impacto ambiental y participación ciudadana, para proyectos de inversión.
Respecto a esto, Reinalina Chavarri, Directora del Observatorio de Sostenibilidad de la FEN Universidad de Chile y docente Unegocios FEN Universidad de Chile, plantea que los objetivos de la sostenibilidad requieren asumir el medioambiente como un sistema político donde las leyes no atenten contra la naturaleza, sino que contribuyan a una gobernanza en asuntos transfronterizos, como por ejemplo el calentamiento global.
“Ni la democracia ni el mercado por sus intereses de corto plazo, pueden comprender esa noción del tiempo, ni mucho menos los ciclos de los territorios y ecosistemas, debido a que son términos conocidos por expertos en la materia y no por todos los políticos”, argumenta.
Por último, la académica afirma: “Nuestra preocupación post pandemia es cómo le ofrecemos valor a lo que consideramos común para las actuales y futuras generaciones. Si consideramos que la democracia es el lugar para resolver las controversias, entonces, ¿cómo definimos las instituciones, asuntos y estrategias que ofrezcan sostenibilidad a nuestro país, sin dejar de lado el pluralismo ecológico y económico que hoy nos separa? ¿Cuál es la responsabilidad que tienen los gobernantes y los ciudadanos, entre ellos los empresarios, para articular la complejidad, interdependencia y la cooperación para abordar fenómenos globales e impacto local?”.
Añade que, en definitiva, ¿cómo logramos ciudadanos que respeten una ética compartida expresada en los contenidos de su constitución y leyes que nos vinculan en lo que consideramos común?, pues nuestro desafío es responder a dichas interrogantes”.