Un encuentro organizado por la Red Latinoamericana de Consultoría Socioanalítica, junto al Observatorio de Gestión de Personas FEN U. de Chile y Sintoniza, reunió a expertos para reflexionar sobre los efectos de la polarización social en el mundo del trabajo.
La jornada “La polarización en la sociedad y su impacto en las organizaciones”, moderada por el profesor asociadoMatías Sanfuentes de FEN U. de Chile, convocó a especialistas de diversas disciplinas para analizar cómo la creciente polarización está transformando las dinámicas laborales y tensionando los modelos tradicionales de gestión. En su introducción, Sanfuentes destacó que la polarización opera como una “simplificación de la realidad” que reduce la complejidad necesaria para el diálogo y la colaboración, subrayando el desafío que enfrentan las organizaciones para crear espacios de contención, encuentro y conversación significativa en contextos altamente divididos. Esa mirada abrió el diálogo hacia cómo las polaridades pueden transformarse en oportunidades para innovar y fortalecer la convivencia organizacional.
“La polarización que vivimos no es simplemente un desacuerdo político, es un clima afectivo estructural que se ha vuelto parte de la atmósfera emocional de la región”, planteó la consultora peruana Mónica Velarde, Professional Partner del Tavistock Institute of Human Relations, radicada en Inglaterra. A su juicio, en sociedades marcadas por dictaduras, desigualdad y promesas incumplidas, la polarización funciona como un “organizador emocional” que simplifica un dolor colectivo complejo, ofreciendo enemigos y certezas donde la memoria histórica es ambivalente.
Ese clima ingresa inevitablemente a las empresas. Velarde advirtió que la polarización “erosiona la confianza interna, fragmenta equipos y dificulta hablar de temas ineludibles como desigualdad, diversidad o sostenibilidad”. Frente a ello, propuso mirar la responsabilidad social corporativa como un “espacio transicional” donde las organizaciones puedan pensarse a sí mismas, reconocer su impacto en los territorios y actuar con lo que denomina “imaginación ética”: comprender que cada decisión tiene efectos emocionales y simbólicos en comunidades muchas veces vulneradas.
Desde Inglaterra, el psicoanalista argentino y director ejecutivo de OPUS – An Organisation for Promoting Understanding of Society, Carlos Remotti-Breton, subrayó que hoy “el diálogo está difícil, y cuando el diálogo se empobrece las organizaciones lo sienten: los equipos se tensan, las decisiones se paralizan y la ansiedad se mete por todas partes”.Para él, la polarización expresa una ansiedad colectiva sin contención y tiende a rigidizar posiciones: nosotros/ellos, buenos/malos, salvadores y enemigos.
Remotti propuso a las empresas trabajar con un marco sencillo de “cuatro C” para despolarizar: contener la ansiedad creando espacios seguros de conversación; comprender qué función cumple el conflicto y qué miedo protege; conectarreconociendo la humanidad del otro más allá de las etiquetas; y recién entonces cocrear soluciones híbridas que permitan innovar. “No se trata de eliminar las tensiones, sino de usarlas como material de aprendizaje”, recalcó, citando experiencias en bancos europeos, firmas globales y organizaciones religiosas que han creado dispositivos de escucha estructurada para procesar sus crisis.
Por su parte, la psicóloga y académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile Magdalena Garcés llevó la discusión al corazón del trabajo cotidiano. Retomando a Christophe Dejours, planteó que “el trabajo es un laboratorio de la sociedad”: allí se encarnan las tensiones de la vida común, las desigualdades, las formas de autoridad y los sentimientos de injusticia. Por eso, sostuvo, en contextos polarizados es esperable encontrar segmentación y brechas también dentro de las empresas, desde espacios físicos diferenciados hasta culturas internas que reproducen la estratificación social.
Garcés recordó que “trabajar no es solo producir, trabajar es convivir”. La cooperación, dijo, es una condición estructural del trabajo y requiere construir reglas compartidas sobre lo que se considera un trabajo bien hecho y un trato justo. En sus investigaciones en salud y bienestar laboral ha comprobado que el vínculo entre las personas actúa como un factor protector, capaz de disminuir la sobrecarga, el desgaste y también los riesgos de conflicto y acoso. Talleres breves de conversación guiada han mostrado que reconectar a los equipos mejora tanto el bienestar subjetivo como la efectividad en las tareas.
Los tres especialistas coincidieron en que la polarización es, en el fondo, un “pedido de pensamiento”: una demanda para que instituciones y líderes reconstruyan la capacidad de imaginar formas más maduras de convivencia, autoridad y responsabilidad. Si las organizaciones logran contener la ansiedad, abrir espacios de reflexión y trabajar el vínculo como activo estratégico, no solo podrán proteger mejor a sus trabajadores, sino también contribuir a recomponer el tejido social del que dependen sus propios negocios.
En un escenario donde las tensiones sociales atraviesan todas las esferas de la vida colectiva, este tipo de encuentros impulsa una reflexión rigurosa y aplicada. Su aporte es fundamental para que las organizaciones desarrollen herramientas que les permitan comprender el clima emocional de la época, fortalecer liderazgos capaces de sostener la complejidad y promover entornos laborales más cooperativos y saludables.
Le invitamos a revisar el conversatorio completo en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=vphB6C-LtMI&t=606s
