Por Alejandra Núñez y José Tomás Saffirio, Docentes del Diplomado en Coaching y Cambio Organizacional
Las condiciones políticas, sociales, tecnológicas y actualmente de salud, han impactado directa y profundamente la forma en que hemos desarrollado el trabajo. Surge la interrogante de qué tan profundo será el impacto y cuánto afectará a la estructura y relación que las personas, en sus roles laborales, tienen con las organizaciones de las que son parte.
Actualmente vemos que, por efectos de la tecnología, los profundos cuestionamientos sociales, las crisis políticas y por supuesto la pandemia, estamos frente a una transformación del trabajo humano. Si analizamos detenidamente veremos que en el centro del cambio está el tipo de relación que comenzamos a establecer con la organización de la que somos parte, con los miembros de nuestro equipo de trabajo y, por supuesto, con la tarea que desempeñamos. El teletrabajo ha hecho evidente y palpable que no existe la frontera entre la vida del “trabajo” y “el mundo de la vida” (Habermas, 1990). Ambas esferas conviven, en muchos casos, en un solo espacio físico. Podríamos a esto llamarlo “trabajar desde nuestra casa, más que teletrabajo”, porque está siendo difícil administrar los costos y beneficios que conlleva.
Las nuevas condiciones para alcanzar una vida emancipada no requieren de una revolución de las condiciones del trabajo (Habermas, 1990), sino que, de desarrollar formas que nos permitan crecer en el “mundo de la vida”, lugar donde se encuentran, hablan y escuchan las personas, dando nacimiento a la intersubjetividad.
Esto nos plantea claramente que uno de los grandes desafíos es aprender a convivir con el disenso, para construir acuerdos vinculantes. ¿Cómo afecta esto a las organizaciones?, les abre la posibilidad de cuestionar, analizar y reflexionar en torno a cómo construir esa nueva relación organización-personas, considerando las dimensiones personal-subjetiva y contextual-subjetiva que determinan el rol que las personas ejercen en una organización.
En este sentido, las áreas de gestión de personas tienen el desafío de acompañar estos cambios, explorando las preguntas de los miembros de la organización, abriendo espacios para una construcción colectiva, generando espacios inclusivos donde todos y todas puedan contribuir.
Quienes somos parte del mundo del trabajo, debiésemos centrarnos en el aquí y el ahora, sosteniendo la ansiedad e incertidumbre que genera el desconocimiento. Instalar espacios de reflexión respecto a las vivencias en el rol laboral, puede ser una estrategia de “aprender colectivamente” a enfrentar los desafíos del futuro.
En los últimos meses hemos vivenciado que el despertar político exige la dignidad de la participación significativa, por lo que el transferir el poder, generar espacios de participación efectivas y dividir la toma de decisiones, podría ser una estrategia para orientar el trabajo del futuro, que vivimos hoy.
En conclusión, pensamos que el futuro nos trae mas preguntas que respuestas, y en esta oportunidad debemos tomarnos el tiempo de elaborar en conjunto (dueños, gerentes y trabajadores/as), una forma de responderlas.